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Gina - Embarazo después de un aborto espontáneo


Por supuesto que tendría un viaje fácil hacia el embarazo, ¿por qué no iba a tenerlo? Era joven, activa y llevaba un estilo de vida saludable. Cuando mi marido y yo decidimos que estábamos preparados para ser padres, pensamos que todo iría bien y tendríamos éxito en nuestro primer intento, ¡estaba tan segura de ello!

Pero el destino tenía otros planes.

Tenía 28 años cuando comencé mi camino hacia la maternidad. Al principio, todo iba exactamente como lo había planeado. Iba a ser mamá, estábamos encantados de decírselo a nuestra familia más cercana y, lo mejor de todo, era justo el Día del Padre. Me sentí muy orgullosa de decirle a mi marido que él también lo celebraría.

En una visita rutinaria al ginecólogo, mi médico vio "algo" en la ecografía. Todas las madres que lean esto saben que "algo" es una de las palabras más aterradoras que se pueden escuchar cuando se estás embarazada. ¿Qué es "algo" y qué puedo hacer al respecto? ¿Cómo puedo proteger a este/a bebé que ya quiero y anhelo?

La respuesta más fácil era programar inmediatamente mi cita con el especialista, que iría perfectamente, porque ¿por qué no? Me había acostumbrado a ir sola a estas revisiones del embarazo (a menudo estresantes, a menudo emocionantes). Durante el apogeo de la pandemia, no se permitía a los compañeros acompañar a sus esposas embarazadas, así que mi marido siempre esperaba pacientemente en el coche las buenas noticias. Me había acostumbrado a saltar en el asiento del copiloto y ver la sonrisa en su rostro cuando decía esas cuatro palabras: "¡El/la bebé está bien!".


Después del legrado, tres meses más tarde mi médico nos aconsejó intentarlo de nuevo. Pasamos por otra pérdida, esta vez lo que se llama un embarazo químico. Ahora era mi 29.º cumpleaños. Yo estaba devastada. Me preocupaba que cada vez que mi corazón se hinchara con el amor que produce un embarazo confirmado, que se aplastara unas semanas después. A pesar de mi ansiedad, no quería rendirme y seguimos intentándolo.

Otro intento y semanas después, me hice otra prueba de embarazo... ¡Positiva! Estaba tan emocionada y a la vez tan cautelosa. Tenía tantas ganas de ser madre que el miedo a no serlo me consumía. No fue hasta las 20 semanas cuando me sentí menos ansiosa y más tranquila. ¡El verano pasado tuve la suerte de tener a mi dulce bebé Scotty Cameron! Él es mi mundo. Con solo unos meses de edad, tiene tantas cualidades que me inspiran a ser la mejor persona que puedo ser. ¡Tiene la sonrisa más grande del mundo y además, le encanta mostrarla! Sus risa es contagiosa, y la forma en que me busca en una multitud de personas me da una sensación de alegría que nunca antes había sentido. Me encanta ser su mamá. Soy la persona más feliz del mundo. Es cierto lo que dicen, el amor por tu hijo/a es completamente incondicional, y el amor que tengo por este pequeño es como ningún otro. ¡Estoy eternamente agradecida!

Echando la vista atrás, nos sentimos muy afortunados de haber tenido amigos/as y familiares tan increíbles que han apoyado durante este tiempo devastador. Soy una firme creyente en que todo sucede por una razón, y mi razón es ahora mi precioso hijo y nuestra familia.

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