Un acto de equilibrio parental: manejando la tensión entre el cuidado del bebé y el autocuidado
Por Elizabeth Baron, LMHC
Cuando los padres dan la bienvenida a un hijo, su mundo cambia de muchas maneras — algunas evidentes, otras sutiles. La maternidad no solo se trata de cuidar a un niño; también es descubrir una nueva versión de uno mismo y manejar las tensiones que surgen con la evolución de la identidad parental.
Especialmente en los primeros años, muchos padres experimentan ambivalencia emocional. Quieren disfrutar cada momento, pero al mismo tiempo anhelan tener su espacio.
“No quiero perderme nada, pero también necesito un descanso.”
“Amo profundamente a mi hijo, pero estoy cansado de atender todas sus necesidades.”
“Necesito más tiempo para mí — ¿eso me convierte en un mal padre?”
Como psicoterapeuta perinatal, escucho sobre este conflicto interno todos los días. A menudo está ligado a los desafíos posparto y a las demandas emocionales del cuidado del bebé. Un minuto, un padre disfruta la sensación de tener a su bebé dormido sobre su pecho; al siguiente, desespera por soledad y liberarse de las responsabilidades parentales. Quieren sentirse conectados con su pareja, pero también se sienten completamente agotados y saturados.
Esta ambivalencia no significa que algo esté mal. De hecho, es un reflejo saludable de la complejidad de la maternidad. Querer estar presente y a la vez necesitar espacio no es una contradicción — es la realidad.
Manejar estos sentimientos contradictorios puede ser difícil. Aquí hay algunas formas de ayudar a navegar la ambivalencia con menos culpa y más confianza.
1. Normaliza los sentimientos
La ambivalencia no significa que seas desagradecido — significa que eres humano. Sentir emociones contradictorias es normal y esperado.
Prueba este simple cambio de lenguaje: en lugar de decir “No quiero perderme nada, pero también necesito un descanso”, di “No quiero perderme nada, y también necesito un descanso.”
Esa única palabra — “y” — da espacio para que ambas realidades sean ciertas. Puedes amar profundamente a tu bebé y necesitar descanso. Puedes sentir gratitud y estar abrumado al mismo tiempo.
Este replanteamiento ayuda a aliviar la culpa y anima a los padres a abrazar la complejidad total de su experiencia. La crianza emocionalmente resiliente implica aceptar que los sentimientos contradictorios a menudo van de la mano — y eso no solo está bien, es real.
2. Da prioridad al autocuidado en pequeñas dosis
Necesitar tiempo para ti no te convierte en un mal padre. Te ayuda a estar presente con más paciencia, energía y amor. Incluso 10 minutos de respiración profunda, una caminata o una taza de café en silencio pueden marcar la diferencia.
3. Comunica y pide apoyo
Habla con tu pareja o con un amigo de confianza. Expresa lo que necesitas. Pedir ayuda no es una debilidad — es una fortaleza.
4. Ve más despacio
Cuando te sientas dividido entre varias demandas, practica hacer una pausa y hablar en voz alta con tu bebé. “Un minuto, cariño. Mamá está aquí y en seguida voy con el biberón después de ir al baño.” O, “Te quiero, y te voy a poner en la manta de juegos un momento mientras tomo algo de comer.”
Al reducir la velocidad y verbalizar lo que estás haciendo en ese instante, estás reconociendo tanto sus necesidades como las tuyas.
Quiero que los padres sepan esto, especialmente si sienten culpa parental por tomarse tiempo para sí mismos: el autocuidado no es egoísta; es autosostenible.
Cada vez que te sientas en conflicto, recuerda que no estás solo y que no eres un mal padre. Encuentra tiempo y espacio para recargar energías, y pide ayuda si la necesitas. Equilibrar la crianza y la salud mental no solo es válido — es vital.